Es sin duda uno de los interrogantes vitales que aparece de manera recurrente y que parece condenado a no poder responderse. Se pueden encontrar diferentes posturas al respecto, están quienes tienen la creencia que formamos parte de un sistema basado en el trabajo duro que aporta un nivel de bienestar y privilegios que han constado décadas asentar. Pero para otros, el trabajo representa un medio de sustento del individuo para que este puede desarrollarse plenamente en otras facetas de la vida.
Vivir para trabajar puede estar bien. La sensación embriagadora del éxito, de sentirse útil e importante, de hacer cosas interesantes, de acumular experiencia y dinero, todo eso es fascinante y muy seductor. De otra parte, trabajar para vivir implica tener claro que estamos de paso, que no somos imprescindible, que algún día, quizá no muy lejano, ya nadie se acordará de nosotros.
Trabajar para vivir, significa convertir el trabajo en un medio y no en un fin. Supone tener claras las prioridades y no darnos demasiada importancia. Trabajar para vivir es aceptar el fracaso como un camino de aprendizaje.
Es posible que ninguna de las dos reflexiones sea correcta. En el caso de "trabajar para vivir" donde se da a entender que la razón fundamental de alguien para aceptar un trabajo es recibir un sueldo que le permita cubrir sus requerimientos económicos. "Vivir para trabajar" tampoco es el camino, ya que la vida debe ser algo más que trabajar. La opción de frase que se puede considerar más correcta es "trabajo para vivir bien", es decir que uno sea feliz con el trabajo que tiene y en el cual debería estar reflejada la actividad de mayor satisfacción de las personas.
Y tu ¿en qué grupo estás? ¿Cómo afecta tu trabajo a tu habilidad para disfrutar de la vida?
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