Abrir un paraguas a cubierto, tirar la sal o el vino en la mesa, que se te rompa un espejo, cruzarse un gato negro o el número 13, han supuesto para algunas personas un singo de mal augurio. Otras personas tienen pequeños rituales o incluso talismanes que se presupone que dan buena suerte.
Según algunos psicólogos el papel que juega la superstición consiste creer que existe una conexión entre sucesos concurrente que en realidad no están relacionados entre sí. Por ejemplo, la creencia en que los talismanes dan buena suerte o nos protegen de la mala suerte. Para mucha gente, utilizar elementos supersticiosos les proporciona una sensación de control y les reduce la ansiedad, lo cual explica por qué la superstición aumenta en momentos de estrés y angustia.
Llevar amuletos, algún tipo de ropa en concreto, visitar lugares asociados con la buena suerte, preferir colores específicos o usar número en concreto, son elementos supersticiosos. Y aunque estos hábitos y acciones puedan parecer triviales, para ciertos individuos pueden afectar a la hora de tomar decisiones en el mundo real.
La superstición es muy común también en el deporte, especialmente en situaciones muy competitivas. En el mundo del deporte, la superstición reduce la tensión y proporciona una sensación de control sobre factores aleatorios imprescindibles. Las prácticas que se emplean en los diferentes deportes son similares; rezar por el éxito, llevar ropa de la suerte, comportamientos, acciones personalizados, amuletos...
Un ejemplo sería Rafael Nadal, que tiene una serie de rituales, entre los cuales se encuentra la forma de colocar las botellas de agua y tomar duchas de agua fría. Él indica que son rituales que lo ayudan a concentrarse, fluir y funcionar correctamente.
¿Tienen algún sentido las supersticiones? ¿Tienes alguna en concreto?
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