El jueves 24 de febrero nos despertamos con la noticia del inicio de la invasión rusa en Ucrania. Hacia las 6 de la madrugada hora de Moscú, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una "operación especial" en Ucrania, minutos más tarde, se registraron los primeros ataques con misiles en varios puntos del país.
Aunque la guerra con Ucrania solo registra unos días, el presidente Putin ya ha acumulado una impresionante serie de logros históricos, todos ellos precisamente contrarios con lo que se hubiera podido esperar.
La crisis que ha creado Putin nos muestra los peligros de la vida real, de la autocracia desenfrenada y una demostración tangible de la importancia de la democracia, la libertad y la autodeterminación.
Una vez hemos plasmado a pequeña escala el gran problema que se presenta, tanto el que ya está provocando como lo que sufrirá la civilización mundial en un futuro cercano, no formulamos la pregunta de qué piensa la población rusa; si está de acuerdo con su presidente o ,por el contrario, es una decisión contraria con los ideales de la mayoría de su gente.
Para contrastar esta idea nos hemos fijado en la opinión de tres personas de origen ruso y que actualmente residen en Rusia, tomando un margen de edad entre 35 y los 60 años.
María, de 36 años, reside en Moscú y dice textualmente "que no le importa lo que está sucediendo en Ucrania, que no puede permitirse preocuparse por lo que está sucediendo allí". María fija y centra su argumentación en la base de que según ella nada ha cambiado. Con una aparente tranquilidad relata que las cosas se están volviendo más caras, que ha tenido que trabajar en tres puestos de trabajo, pero que eso ya ha tenido que hacerlo durante los últimos 10 años.
Daria, de 37 años, residente en también en Moscú, explica que "los europeos sueñan con que los rusos "cojan conciencia" y se rebelen contra Putin y esta guerra, pero que eso es su ilusión, que nunca sucederá". Aunque declara que "ni siquiera pueblo hablar con libertad fuera de Rusia, ya que tengo mis padres en Rusia y quiero visitarlos, sin temor a los que pueda suceder cuando llegue".
Pavel, de 55 años, expresa "que su única opción es mantenerse unidos y ganar esta guerra". Prosigue declarando "toda esta situación me recuerda a la de un barco en llamas en medio del océano. La gente a bordo puede no estar de acuerdo en nada, pero el incendio debe apagarse sin importar que inclinaciones políticas ni preferencia dietéticas las separan".
Como podemos observar, según las entrevistas expuestas, ninguna de las tres personas residente en Rusia expone su malestar o su inquietud a los que desgraciadamente está aconteciendo y que está acabando con la vida de miles de civiles, con una situación totalmente innecesaria; pero en todo momento declarando su miedo a mostrar unas ideas contrarias, que muestran la negativa y la presión a la que están sometidos por parte del gobierno de Putin. Por otra parte, se apoya lo previamente mencionado con la situación que se produjo y que exhibieron hace unos días los medios de comunicación, donde una serie de personas se reivindicaron en una plaza emblemática en Rusia, y donde posteriormente los detuvieron por mostrar su rechazo a la situación de Ucrania.
Por tanto, de acuerdo con lo que hemos relatado, nos hacemos una serie de preguntas; ¿Puede realmente la población rusa expresar públicamente lo que piensa? ¿O deben decir lo que piensan según la opinión de los que mandan, ya que si no saben las consecuencias que pueden ocurrir?
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